miércoles, 25 de noviembre de 2009

El ideal artístico del barroco.


Por: Juan Omar Kafka

Este es un tema que se inicia frente al clasismo renacentista, el barroco valoro desde sus principios la libertad absoluta para crear y distorsionar las formas, la condensación conceptual y la complejidad en la expresión.
Todo esto tenía como finalidad asombrar o maravillar a nosotros los lectores.
Me hace recordar dos corrientes estilísticas que ejemplifican estos caracteres: el conceptualismo y el culteranismo. Ambas son, en realidad dos facetas de estilo barroco que comparten un mismo propósito: crear complicación y artificio.
1. El conceptismo.
La corriente estilística denominada conceptismo incide, sobre todo, en el plano del pensamiento. Su teórico y definidor fue Gracián, quien en Agudeza y arte de ingenio definió el concepto como “aquel acto del entendimiento, que exprime las correspondencias que se hallan entre los objetos”. Para conseguir este fin, los autores conceptistas se valieron de recursos retóricos, tales como la paradoja, la paronomasia o la elipsis. También emplearon con frecuencia la dilogía, recurso que consiste en emplear un significante con dos posibles significados.
2. El culteranismo.
Otro elemento que no deja de sorprender es el culteranismo, representado por Góngora, se procura, sobre todo, por la expresión.
Sus caracteres más sobresalientes son la latinización del lenguaje y el empleo intensivo de metáforas e imágenes.
La latinización hace recordar su lenguaje que logra fundamentalmente mediante el uso intensivo del hipérbaton y el gusto por incluir cultismo neologismo, como, por ejemplo, fulgor, candor, armonía, palestra.
La metáfora es la base de la poesía culterana. El encadenamiento de metáforas o series de imágenes tiene el objeto de huir de la realidad cotidiana para instalarnos en el universo artificial e idealizado de la poesía.

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